Traductora: Elena Abós Álvarez-Buiza
Editorial: Maeva
224 páginas
A pesar de tener setenta y un años, todas las tardes después del trabajo, el librero Carl Kollhoff entrega personalmente los libros que le han encargado los clientes más especiales. Así, cada día da un agradable paseo por las pintorescas calles de la ciudad, ve cómo transcurre la vida fuera de la librería y visita a los lectores voraces que se han convertido en amigos para él.
Incluso los compara con personajes de grandes clásicos de la literatura y les ha asignado un apodo muy novelesco. Por ejemplo, un cliente mayor que vive solo en una gran mansión es mister Darcy, y otro que solo lee ensayos históricos, el doctor Fausto.
Cuando pierde su trabajo de forma inesperada, será necesario el poder de los libros y el de una niña de nueve años para que todos, incluido el propio Carl, encuentren el coraje para superar sus problemas y acercarse unos a otros.
Qué ganas tenía de leer este libro. Lo compré de segunda mano porque el título me atraía mucho y tengo también otro del autor que tiene la misma estética. El hombre que paseaba con libros es una novela cortita con unos protagonistas de lo más peculiares: un señor mayor que, a pesar de su edad, sigue trabajando haciendo repartos a domicilio en una librería y una niña de nueve años muy habladora y simpática que lo acompaña en sus entregas. Él es un poco cascarrabias, un hombre de pocas palabras que, además, está muy enfrascado en su rutina y no soporta un contratiempo que lo haga llegar un minuto tarde. Ella es testaruda y tiene las ideas muy claras, se empeña en acompañar a Carl aunque el hombre no quiera y también aporta ideas que el hombre no recibe con mucho agrado. Me ha encantado esta pareja tna singular, son muy diferentes y, sin embargo, juntos hacen un equipo maravilloso. Me gusta cómo se va cociendo a fuego lento su relación, cómo aprenden a respetarse y a quererse.
Además de los protagonistas, tenemos un elenco de personajes de lo más variopinto, aquellos a los que el señor Kollhoff entrega libros. Son todos de una singularidad extrema, muy llamativos y especiales, y, aunque Carl no quiere inmiscuirse mucho en sus vidas, con la ayuda de Sasha podremos ir conociéndolos un poquito mejor y ayudándolos a todos ellos. Se trata de una novela muy sencilla, repetitiva, pues tan solo cuenta la historia de un señor que, acompañado por una niña, va entregando libros a los mismos clientes siempre. Sí, tenemos la historia de la librería, de la hija del librero, del padre de Sasha, pero todo está centrado en esas entregas, en los clientes que reciben sus libros y en cómo pueden ayudarlos Carl y Sasha. Y, sin embargo, a pesar de la ausencia de una trama más profunda, la historia gusta. Me gusta ese término para describirla, feel good, porque justo así es como hace sentir al lector: bien. Es un libro amable, simpático, que transmite buen rollo a pesar del drama que también hay en él, y además es breve, se lee muy rápido y fácil. A mí me ha gustado, no como para calificarlo de obra maestra, pero sí para pasar un muy buen rato y ser feliz durante unos días leyendo una bonita historia. Es ameno, entretenido y bonito.
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