¡A Sofía le ha crecido la nariz! Ya se lo habían dicho sus padres. Y es que esta niña no para de meterse el dedo en la nariz. Tanto, que si dedo se ha hecho una verdadera casa allí dentro: un salón, una cocina con menú degustación...
Otro libro con un mensaje claro, para ayudar a que los niños que están a todas horas con el dedo en la nariz vayan dejando de hacerlo. En mi caso, no lo compré por eso. Compré este libro cuando mi hijo era muy pequeño y aún ni siquiera hablaba. Y lo hice para adaptarlo, para cambiar la nariz por la boca. Mi hijo se chupaba el dedo, lo hizo hasta los dos años y medio más o menos, y por entonces no había ningún cuento sobre esa temática. Ahora hay dos que yo conozca, uno de la misma autora de este libro y otro de Sara Noguera, que es el que yo tengo y usé (tenéis la reseña aquí). Pero, como ya he dicho, cuando yo empecé a usar este libro aún no había ninguno y, mientras mi hijo aún no sabía hablar, este me funcionó bastante bien. Sofía, la protagonista, no se metía en la nariz en mi versión, sino en la boca. Por supuesto, llegó un momento en el que ya no podía seguir modificándolo porque mi hijo comenzó a darse cuenta y a decirme que estaba equivocada. Entonces dejó de servirme para ese propósito, pero, aún así, la historia de Sofía le gustaba y de vez en cuando me la pedía. No he llegado a usar el libro para valerme de su mensaje, aún no, no ha sido necesario, aunque supongo que la etapa del dedo en la nariz llegará, así que seguramente nos venga bien tener cerca el libro.
Hace tiempo que mi hijo no lo pide, aunque tuvo su época, y no solo al principio por la novedad. Le gustaba la historia de Sofía, me la iba contando él mismo, y lo leíamos simplemente por entretenimiento y no buscando el mensaje. Es divertida, el dedo Bob se construye su propia casa dentro de la nariz de la niña, y las ilustraciones son muy simpáticas. Es un libro de un tamaño grande, pero el texto es sencillo y breve, bastante apto para niños muy pequeños. Nos ha gustado.
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