Ilustrador: Óscar Villán
Editorial: Kalandraka
14 páginas
El oído de los prelectores reconoce un mundo de sonoridad, onomatopeyas y sensaciones. Instrumentos musicales, palmas y besos envueltos en delicadas ilustraciones.
Tengo que admitir que veía estos libros de la colección De la cuna a la luna y pensaba: qué chorrada, dibujos con un par de palabras, no tienen mucho sentido, son muy básicos, ¿cómo pueden gustarles a los niños? Sin embargo, me los habían recomendado mucho repitiendo que a los niños les encantan. ¡Guau! Es magia lo de estos libros. Mi bebé tiene diecisiete meses, esa es la edad con la que hemos empezado este libro, y tiene otros tantos que le gustan, sí, pero solo para manipularlos. Nunca había conseguido que se estuviera quieto y atendiera a un cuento, nada que intentara leerle le interesaba, él solo quería tocar los libros, pasar las páginas. Pues Violín ha conseguido que mi peque se quede quieto, mirando las páginas, mirando a mamá, y escuchando atentamente lo que yo le cuento. ¡La primera vez! ¿No es magia? Ya me imagino dónde está el truco, que este cuento no se cuenta, ¡se canta!, y a los niños les gustan mucho las canciones, y si encima voy señalándole los instrumentos, haciendo mímicas mientras canto, interactuando con él, el interés está asegurado. Ahora también imita él los sonidos conmigo, está en esa edad en la que todo lo quiere repetir, y no sé si será por la novedad (es el último libro que le he comprado), pero es el que no deja de traerme para que lo cantemos juntos. ¡Menudo descubrimiento!
Hola!!
ResponderEliminarGracias por la recomendación.
Me lo anoto para regalo que se de alguien a quien le gustarán.
Besotes ;)
Me alegra que hayas tenido este descubrimiento y que a tu bebe le encante el libro, seguro que tienes mucho que ver en eso por tu forma de contarselo.
ResponderEliminarSaludos
Esa experiencia de verlos disfrutar de un cuento y sostener un libro es bien bonita. Mi hijo tiene 7 años y autismo, por lo que sus terapeutas desde los 2 años y medio ,e recomendaron libros con poco texto, dibujos grandes y mucho color. Si traían textura, cuánto mejor. Y claro, cada tanto pasan de moda algunos, por ejemplo Búho en Casa de Arnold Lobel fue el favorito de mi hijo por más de un año. Luego Amelia Bedelia y ahora que sabe leer, tiene su mini biblioteca.
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