Querido tiempo:

No sé qué haces que cada vez pasas más rápido. Cuando llega el momento del día en que termino de currar y digo: "tiempo de relax", sin darme cuenta, el día se acaba, me voy a dormir, y ya tengo que volver a madrugar. Querido tiempo, me has hecho mucha falta en estos días que han pasado, te he necesitado más que nunca y me has dado la espalda, corriendo sin piedad, sin mirar atrás, sin detenerte a saludar siquiera. Pero, por suerte, los días más estresantes han pasado y aunque he agotado las reservas de café y las manchas bajos mis ojos son más que evidentes, he conseguido llegar, valga la redundancia, a tiempo. Ahora puedo saborearte un poco más, disfrutar de ti, querido tiempo, sin prisas ni agobios, hasta que llegue de nuevo el estrés y me vuelva a enfadar contigo y con tus horas. Ahora, estimado tiempo, te emplearé para leer, para descubrir nuevas historias, para ponerme al día con tanto libro pendiente que tengo. Porque, ¿sabes, tiempo? Has hecho que se me acumulen muchas lecturas. ¿Quieres saber, amigo mío, qué libros tengo en la mesita? Sí, todos ellos, para que me susurren al oído. Pues mira, mira, que no hay desperdicio:

 Y que conste, querido mío, que esos son tan solo los que hay en mi mesita amontonados, que mis estanterías guardan tantos y tantos. No obstante, querido tiempo, gracias por pasar por mí cada día.