Domingos

Hoy ha sido un día raro. Me he despertado con la noticia de la muerte de Cory Monteith, uno de los actores principales de una serie que me gusta mucho, Glee. Finn, para los que veis la serie. Sigo la serie desde que empezó, pero confieso que he tenido una etapa perezosa en la que dejé todas las series que seguía por falta de tiempo, por ganas de emplear el tiempo libre en otros asuntos. Retormar Glee, entre otras series (Juego de tronos, Sangre y acero, Downton Abbey...), era una de mis tareas pendientes. Me quedé por la tercera temporada, y creo que ya van por la quinta. No me suelen afectar mucho las muertes de personajes famosos, pero hoy, empujada por una especie de trance y lástima por el fallecimiento de Cory Monteith, he decidido volver a engancharme a Glee, y me he pasado la mañana viendo capítulos de la serie. 

Mi tarde no ha sido mucho más provechosa, y eso que tengo trabajo que hacer y adelantar, ya que la semana que viene estaré un poco desaparecida a partir del jueves (¡minivacaciones!). No he leído nada, tengo aquí a mi lado Nacida a medianoche y no lo he cogido. Ni creo que lo coja en lo que queda de día (quizás cuando me vaya a la cama), porque en breves me iré a cenar y porque tengo pensado seguir viendo Glee esta noche.

Hoy es mi día perezoso, mi día apático, mi día sombrío. No me gustan los domingos (lo sé, eso es porque no tengo un trabajo en el que el único día libre que tengo es el domingo, como me pasó el verano pasado), porque me parecen tristes y oscuros, porque las calles están vacías y porque todo está cerrado. Pero el domingo de hoy ha sido especialmente aburrido y un poco triste.