Baile de luciérnagas, Elena Castillo Castro

Baile de luciérnagas, Elena Castillo Castro
Editorial: Ediciones Kiwi
261 páginas

Alexandra Meynel ha sobrevivido a un accidente de tráfico que se ha llevado a sus padres y la ha dejado sola. Ahora su hogar será el internado de jovencitas y caballeros de Macclesfield, donde estudió su madre de joven, donde estaba previsto que ella estudiara y donde finalmente se ha mudado. No es un lugar en el que encaje muy bien, a pesar de que no tarda en hacer amigas: Shannon y Mel la aceptarán desde el primer momento, aun siendo dos chicas totalmente distintas a Alex. Por otra parte, la chica conoce a un misterioso joven de ojos azules y pelo rubio que parece tener el don de encontrarla siempre a ella, pero de saber cómo no ser encontrado. Albert será un respiro de aire fresco para Alex y poco a poco comenzará a sentirse atraída por él. Sin embargo, el chico tiene un secreto que supondrá el fin de la recién estrenada alegría y ganas de vivir de Alex. 

Cuando escogí este libro como mi siguiente lectura, lo hice llevada por el presentimiento de que sería un libro frío. Me explico: después de tanta lectura veraniega  y ligera, quería un libro que me diera frío, que me diera ganas de leer tumbada en el sofá, tapada con una manta y con un chocolatito caliente. Un libro invernal, un libro ambientado en un lugar frío, en una época fría y lluviosa. Cuando empecé a leerlo y descubrí, además, que la historia transcurría en un internado, mi gozo fue en aumento y mis ganas de devorarlo se incrementaron considerablemente. Recordaba una publicación de la misma editorial que también tenía como escenario un internado y que fue todo un descubrimiento para mí. Baile de luciérnagas tiene todos los ingredientes que yo necesitaba en el momento exacto de leerlo, y quizá esto influya en que mi opinión acerca del libro sea tan positiva. 

Dios no me había dotado con el don del baile. No sabía muy bien qué dones había puesto Dios en mí. Ni el don de la belleza como a Mel, ni el de la seguridad como a Shannon. Eso estaba claro. Pensé que era el don de la resistencia, antes tenía resistencia corriendo y ahora era resistente a los accidentes. El don de la resistencia.

He disfrutado de esta novela como una niña pequeña, me he cobijado bajo la calidez de una manta y he desconectado mis otros cuatro sentidos, quedándome solo con el de la vista (y la imaginación) para disfrutar de una novela que me ha gustado, sobre todo, por su ambientación, pero también por su protagonista, una chica fuerte y con personalidad, que no teme ser diferente, ni decide cambiar y ser otra tan solo por encajar. Alex ha sufrido mucho, pero encuentra algo a lo que aferrarse: su amor por Albert, un chico que encandila, que tiene sentido del humor, que es bueno, que es amable y que tiene una preciosa sonrisa burlona. Pero Alex también se enamora demasiado rápido, también tiende a encerrarse en sí misma y a no hacer esfuerzos por caer bien. Y Albert tiene un secreto que pronto descubrirá a su amiga, un secreto que lo cambiará todo y que hará que el lector se pregunte: «¿Habrá final realista o final optimista?» Quizás ese sea el fallo que le he visto a la novela, un final que mezcla las dos cosas, un final que podría haber sido final, pero que, sin embargo, es comienzo, porque Baile de luciérnagas tiene segunda parte, y ya estoy deseando saber cómo solucionará la autora lo que ha empezado en este final, porque de nuevo me pregunto: «¿Final realista o final optimista?»

Empecé Baile de luciérnagas a ciegas, sin saber de qué iba, sin leer siquiera la contracubierta, pero con la convicción de que se adaptaría a mis necesidades, y así ha sido. Este es un libro de invierno, un libro que hay que disfrutar mientras se está a gustito bajo una manta. No es una historia original, pero sí encantadora, que a mí me ha convencido por completo.

♬ Con la colaboración de Ediciones Kiwi ♬