Un haiku para Alicia, Francesc Miralles

Un haiku para Alicia, Francesc Miralles

Editorial: Plataforma Neo

190 páginas

La vida de Genís Gracia está del revés. Su padre se marchó de casa hace unos meses, y desde entonces su madre se ha encerrado en sí misma y vive a base de antidepresivos, él ha suspendido en el instituto y no podrá preparar la Selectividad hasta septiembre y entonces tendrá que conformarse con una carrera en la que queden plazas, de esas que nadie quiere estudiar. Su madre no gana mucho dinero y Genís se ha visto obligado a buscar un trabajillo para pagarse sus caprichos, y es por ello que acaba de repartidor en una editorial. 

Un día, y gracias a un compañero de clase, Genís conoce a Alicia, una misteriosa chica que ha creado una especie de club de chicos que hablan de temas muy concretos cuando se reúnen: el sentido de la vida, la felicidad, el dinero. Alicia es todo un misterio, y Genís no puede evitar caer en sus redes.

No sé qué tenía esta novela que atraía poderosamente mi atención, al igual que la otra con la que arrancó la editorial, Huellas y manchas. Después de mucho buscarla, la conseguí mediante un intercambio y en una noche en la que no me apetecía nada de lo que estaba leyendo, la cogí y la devoré de un tirón. Creo que es lo mejor de este libro: que se lee muy fácilmente y que no cansa. No obstante, he de admitir que Un haiku para Alicia ha supuesto una pequeña gran decepción para mí. ¿Por qué? Pues porque me he encontrado con un libro que, a mi modo de ver, tiene un argumento que no atrapa, unos personajes demasiados extraños y un final que deja mucho que desear. Lo he leído en un par de horas y mientras escribo esta reseña pienso que la historia no me ha aportado nada. Me gustaría poder decir maravillas de esta novela que tan bien me habían pintado, pero, sinceramente, creo que la pluma de Francesc Miralles no es de mi estilo, ya que este es el segundo libro del autor que leo y ninguno de los dos ha conseguido calar en mí (curiosamente, ambos han suscitado opiniones magníficas, así que creo que el problema está en mí).

Hay personas que en un primer momento parecen atractivas pero luego pierden encanto, porque de cerca no son tan perfectas o porque al final te acostumbras. Hay otras, en cambio, que se vuelven más interesantes a medida que las ves, y día tras día descubres en ellas nuevos matices que hacen aumentar tu admiración. Alicia pertenecía al segundo grupo.

 La novela es muy breve y los capítulos son muy cortos, por lo que es fácil empezar a leer y no parar hasta que se ha leído la última página. Además, aunque la historia no tiene un argumento muy sólido, es fácil engancharse, quizás sea por la intriga de saber quién es Alicia o qué pasará finalmente con Genís. El estilo del autor no está mal, su forma de escribir me gusta, es directa, juvenil y fresca. Además, la novela está cargada de palabras bonitas, citas para apuntar, y esos detalles a mí me gustan. Los personajes, por su parte, no han terminado de convencerme. Por un lado, tenemos a Genís, el protagonista y narrador de la historia, el que nos cuenta cómo es su vida, cuáles son sus sensaciones, todo en primera persona. Es un chico a quien las cosas no han ido muy bien, que no encuentra algo por lo que merezca la pena ser feliz. Alicia, por su parte, me ha parecido un personaje interesante, pero me ha faltado información. Me hubiera gustado conocerla un poco más, saber qué pasa con ella, cuáles son sus sentimientos. Solo conocemos de ella lo que Genís nos cuenta, y el chico tampoco es que llegue a conocerla del todo. Creo que este personaje está un poco desaprovechado. Sí me gustaría comentar, a modo de curiosidad, que el personaje de Alicia me ha recordado mucho a Amanda (Proyecto Amanda), por lo misteriosas que son ambas, porque, aunque los demás no se den cuenta, su misión es ayudar y hacer que sus amigos abran los ojos, y, por si fuera poco, por el final de Un haiku para Alicia (y quien haya leído los dos libros me entenderá). 

Me hubiera gustado poder decir que esta novela me ha enamorado, pues, sinceramente, es lo que esperaba. No sé por qué tenía tantas esperanzas puestas en ella; de hecho, la cogí porque me apetecía en ese momento uno de esos libros que no se olvidan. Sin embargo, me he encontrado con una historia que no me ha aportado nada y que me ha dejado más bien indiferente. No es que sea mala, es que a mí no me ha llegado.