Huellas y manchas, Jordi Sierra i Fabra

Huellas y manchas, Jordi Sierra i Fabra

Editorial: Plataforma Neo

222 páginas

A sus casi diecisiete años Cecilia ha tenido que madurar de golpe por las injustas circunstacias que le ha tocado vivir. Su madre está enferma de cáncer y se encuentra en la fase terminal; que muera es cuestión de días, semanas. Cecilia tiene que hacerse cargo de ella, sin la ayuda de un padre -no tiene-, sin la ayuda de hermanos -el suyo murió hace muchos años-, sin la ayuda de abuelos -están muy mayores-. En un momento tan crítico, Cecilia decide buscar a su padre, o más bien al donante del esperma con el que su madre se inseminó. No es fácil, pero cuenta con dos páginas web que le servirán de ayuda y con un exnovio adicto a los ordenadores que pondrá de su parte para que la chica consiga su objetivo.

Si bien el otro título de la editorial no me terminó de convencer, este me ha gustado mucho. El autor ya era una buena razón para leerlo y, aunque la última novela que leí de él no me entusiasmó, esta sí me ha recordado al Sierra i Fabra que tanto me gusta. 

Si hay una palabra que define esta historia esa es TRÁGICA. No es una novela fácil y no podría recomendarla a todo el mundo, pues hay que tener tripas para leerla y no derrumbarse; yo en ocasiones tenía que dejar de leer y darme un respiro, tranquilizarme, porque me ponía en la situación de Cecilia y se me partía el alma. Aunque las historias de enfermos de cáncer nos salen ya hasta por las orejas, os sorprenderá que diga que esta tiene algo que la hace original. Normalmente, leemos novelas enfocadas a contar la historia del enfermo (en primera persona por él mismo o en tercera persona) o contadas por la pareja del enfermo (la dura pérdida de un novio/a por culpa de las garras del cáncer). En este caso se cuenta la historia de la hija de la enferma, en este caso, chicos y chicas, nos pondremos en la piel de Cecilia y se nos pondrá la piel de gallina pensando que nuestra madre bien podría pasar por una situación similar. Esto es lo que me ha calado de la novela, el imaginar que me pasa a mí, que es mi madre la enferma, el ponerme en la piel de Cecilia, el sufrir con ella por la pérdida de su ser más querido (y, en definitiva, su única familia). Esta es la parte dura de la novela, y no esperéis una historia suavizada u optimista, porque no lo es, es dura, cruel, desgarradora.

Se asombró de su  entereza. Rocío y Elisa hablaban de chicos, de ropa, y su decisión más importante en aquellos momentos era qué hacer durante el verano. Ella hablaba de cómo moriría su madre, de si prolongaban su agonía o, en un acto de piedad, le permitían acabar de una forma mucho más rápida. Volvía la distancia. Iba a cumplir diecisiete años y en algún momento de las últimas semanas había dejado la adolescencia para dar el salto no ya a la juventud, sino a la madurez.

Hay otra trama en la novela, otra historia, la del padre de Cecilia, y según el autor (lo dice en la parte de créditos y agradecimientos) es esta la historia base de la novela, la idea principal a partir de la cual surgió el personaje de Cecilia y su historia personal. En 2005 se publicó la noticia de un chico que encontró a su padre (un donante de esperma) del mismo modo que se describe en la novela, y fue este suceso el que inspiró al autor para escribir Huellas y manchas. 

Si tuviera que decir qué es lo que más me ha gustado de la novela y lo que menos, la respuesta sería para ambas prácticamente la misma: la madre de Cecilia. Me explico: lo más fascinante de la novela es la Esperanza (nombre de la madre de Cecilia) del pasado, todo el misterio que envuelve su vida, toda la verdad sobre ella. Me ha encantado ese personaje, y la admiro, sinceramente. Pero, por otro lado, es la Esperanza del presente lo que menos me ha gustado, pues me parece un tanto egoísta por su parte el no permitir que sus padres intervengan y de este modo cargar a Cecilia con todo el peso de su estado. 

Dicho todo esto, solo me queda mencionar, muy brevemente, que la historia tiene un final y un epílogo, y que ambos me han emocionado. La última frase de la historia (antes del epílogo) es... ¡increíble! y el epílogo también me ha parecido buenísimo.

Huellas y manchas cuenta una historia triste, dura, desgarradora, emocionante; una historia que se hace más intensa por tratarse de un hecho que, desgraciadamente, es muy común hoy día, y porque cuando se trata de una madre parece que las cosas nos afectan más. Una novela magnífica, pero para leerla en el momento adecuado.

♬ Con la colaboración de la editorial Plataforma Neo ♬