La huella de un beso, Daniel Glattauer

Ya quise este libro desde que supe quién era su autor, yo también sucumbí a Contra el viento del norte y Cada siete olas y ambos libros me encantaron. Poco a poco, La huella de un beso fue perdiendo peso en mi whishlist, había demasiadas críticas negativas. Finalmente fue mi hermana quien me lo regaló y enseguida lo empecé a leer.

La huella de un beso, Daniel Glattauer

Kurt es un braco alemán de pelo duro, un perro vago, vago hasta decir basta. Se pasa el día tumbado durmiendo y solo parece despertar para comer sus latas de estofado de pulmón, pero tampoco es que le entusiasme demasiado.
Max es su dueño, un hombre de treinta y pocos que trabaja, entre otras cosas, haciendo una columna en una revista en la que habla de las maravillas de su perro, es decir, de cómo duerme, cómo ronca o cómo no quiere salir a dar un paseo. Max detesta la época navideña y, por eso, este año ha decidido viajar a las Maldivas. Pero hay un pequeño inconveniente: necesita de alguien que cuide de Kurt. Pone un anuncio en Internet y es Katrin quien contesta, una chica solitaria, a punto de cumplir los treinta, aprendiz de oftalmóloga. 

Cuando Max y Katrin se conocen hay una fuerte atracción por parte de ambos. Pero Max padece de una extraña y peculiar fobia: es incapaz de besar debido a un trauma juvenil que no ha conseguido superar.

¿Cómo va a ser capaz de seducir a Katrin si es incapaz de hacer lo que resulta ser la base de toda relación?

Si no fuera porque está su nombre escrito en grande en la misma portada, pensaría: este no es Glattauer. No, no puede ser la persona que me enamoró con Contra el viento del norte, no puede ser el mismo hombre que me emocionó con Cada siete olas. Pero sí, sí que lo es. No tengo claro todavía la nota que voy a poner a esta novela, así que espero que escribir esta reseña me deje las cosas claras.

La historia me ha dejado un tanto perpleja. Me ha parecido de lo más absurda. En serio, conforme iba leyendo pensaba: ¿puede haber algo más disparatado? Max tiene fobia a besar y Katrin tiene fobia a pasar las Navidades con sus padres. Kurt no hace otra cosa que dormir y los padres de Katrin no hacen otra cosa que intentar encasquetarle al primer hombre que pasa por delante, ansiosos por que su hija siente la cabeza. Y, más allá de todo esto, tenemos a una serie de personajes secundarios de los que no sabes si sentir pena o reír por la sencilla razón de que a cada cuál más desgraciado. La razón por la que empecé a leer esta novela nada más llegar a mis manos es porque sigo en mi etapa de leer libros que me hagan reír, pensaba que este iba a ser una buena elección, pero me ha sorprendido que más allá de hacerme reír, me ha hecho poner los ojos como platos y pensar: sí, claro, ¿y qué más?

 

De la narración tengo pensamientos muy diversos. Por una parte, me ha parecido un poco molesto el que Glattauer se centre tanto en contarnos cosas de los personajes, su pasado, incluso el de los secundarios y no tanto en contarnos el presente. La historia avanza muy poco a poco, y tenemos una oleada de datos de por qué Max tiene fobia a los besos, cómo le ha ido a Katrin en sus relaciones sentimentales o cualquier dato de personajes como Beate, Natalie o Paula. Otro aspecto a destacar es que apenas hay diálogos, nos encontramos con páginas y páginas llenas de anécdotas, datos y vivencias de los personajes. 

Pero, por otro lado, el modo tan disparatado en el que está narrada la novela me ha gustado. Ha sido esto lo que me ha sacado alguna que otra sonrisa. Aunque a veces me haya resultado pesado que Glattauer se repita tanto y haga el texto tan enrevesado. He aquí un ejemplo:

No tenía ganas de estar con ella ni podía imaginarse que se le despertaran. Le faltaban las ganas de tener ganas, necesarias para provocarse las ganas de ella. Porque se supone que para tener ganas de tener ganas hacen falta ciertos sentimientos. Y no los tenía.

Este es un ejemplo de novela en el que tengo que mencionar a la traductora sí o sí. Ya me estoy imaginando la de quebraderos de cabeza que le dio esta historia a Alicia Gómez Elizondo.

Con respecto a los personajes, no me he sentido atraída por ninguno de ellos, quizás un poco por Kurt, el perro, porque es tan vago que hasta me ha hecho gracia. Max es raro, demasiado raro, y lo extraño es que Katrin se enamore de él. Ya me imagino lo difícil que tiene que ser tener una fobia como la suya, si es que eso es posible. La personalidad de Katrin me ha resultado demasiado excéntrica, no la he llegado a entender en ningún momento. 

Hay días en los que se decide el futuro. Bueno, en realidad, el futuro se decide cada día. Hombre, en realidad, no es el futuro lo que se decide cada día, sino el presente. Aunque de todas maneras este se decanta  por el futuro a costa del pasado.

Esta vez Glattauer me ha decepcionado. Tiendo a pensar que 1) al autor se le dan muy bien los diálogos pero no tanto la narración, 2) que al tener el libro unos cuantos años, el autor ha mejorado mucho. El caso es que La huella de un beso me ha dejado más bien indiferente. Tiene sus cosas buenas, sí, no lo veo como un libro malo, malo, pero a mí no me ha convencido.

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