La chica del lago, Steph Bowe

Tenía unas ganas increíbles de leer este libro, pero lo he ido atrasando y atrasando hasta que ya no he podido más. Las reseñas que he leído son, en general, buenas y el hecho de que sea un libro triste me llamaba muchísimo la atención.

La chica del lago, Steph Bowe

Jewel ha tenido la desgracia de ver morir a su hermano. Cuando ella tenía ocho años, su hermano se ahogó en el lago y ella no pudo hacer nada para salvarlo. Desde su muerte, su familia se ha ido rompiendo poco a poco... su madre tomaba antidepresivos, su padre las abandonó y ella tuvo que irse a vivir con sus abuelos. Ahora, después de diez años, Jewel ha vuelto a casa para quedarse.

Sacha tuvo leucemia cuando era pequeño, pero acabó superándola. Su madre murió un año antes y él no puede parar de culparse y culpar a su padre por ello, por no darse cuenta de que lo que le ocurría. Ahora la leucemia ha regresado y lo ha hecho más agresiva que nunca. 

Estos dos chicos se conocen en el lago, en el lugar donde acabó la felicidad de Jewel. Ella salva a Sacha, que se está ahogando. En el mismo lago en el que murió su hermano. Es su momento para intentar hacer las cosas bien, para salvar a ese chico tal y como no pudo hacerlo con Ben. Gracias a ello, Sacha y Jewel se conocen y vivirán una historia de amistad que dará lugar a algo más. Pero ambos tienen demasiados secretos y temores y puede que su relación nunca pueda llegar a ser.

Soy como una extraña que mira desde fuera. Me gusta que sea así. Sé cuál es mi lugar en el mundo: estar fuera de él.

Si tuviera que definir esta historia en dos palabras, estas serían: increíblemente negativa. Y podría seguir: pesimista, triste, desgarradora, deprimente. Los personajes son tan, tan, taaaaan pesimistas, les gusta tanto y tanto ahogarse en su propio dolor, sufrir y ser infinitamente desgraciados. A mí, que me encantan las historias tristes, que disfruto sufriendo con los protagonistas, esta me ha parecido excesiva.

Los personajes protagonistas son dos chicos de unos dieciocho años que tienen demasiados problemas, que han sufrido mucho. Jewel no solo ha perdido a su hermano, sino que también ha visto a su padre marcharse y a su madre abandonarla... sus abuelos han sido como unos padres para ella, y ahora han muerto y ha tenido que regresar a ese lugar que tan desdichada la ha hecho. Sus aspiraciones se resumen en convertirse en una vagabunda y dibujar en las calles. Sacha también tiene su dosis de sufrimiento: ha tenido leucemia y, cuando pensaba que ya la había superado, la enfermedad ha vuelto de la peor de las maneras. Por si esto fuera poco, su madre murió y él piensa que es culpa suya y de su padre, por no darse cuenta de los síntomas, de lo que su madre padecía y haberla ayudado. Por otro lado tenemos a Little Al y True, los amigos de Sacha, que son, quizás, la parte positiva de esta historia, los que ven las cosas con otros ojos y no con tanto pesimismo.

Ojalá grabaran las últimas palabras de la gente corriente. No pueden encontrarse ni en internet ni en las bibliotecas. Cuán insignificante es uno si no ha hecho algo que la sociedad valore, si no ha crecido ni tenido esa posibilidad, o si no ha disfrutado de las oportunidades que se le han brindado a otros. Entonces, las últimas palabras de uno carecen de importancia.

Respecto a la historia... a ver, no está mal, pero a mí no me ha calado. Me ha parecido una historia demasiado trágica, los diálogos no me han convencido, me han resultado forzados, raros, las conversaciones son cortantes y frías. Aunque todo hay que decirlo, poco a poco mejoran, y ha habido un momento en la novela en la que realmente he disfrutado con ellas. Incluso ha habido un capítulo que me ha hecho no poder parar de reir (Sacha robando gnomos de jardín, cerca del final). Me ha gustado el hecho de que no conozcamos a los personajes desde un primer momento, sino que vayamos teniendo información de ellos poco a poco, que los vayamos descubriendo conforme van pasando los capítulos. Pero, en general, no he empatizado con ninguno de los personajes... con los protagonistas por ser tan extremadamente negativos y con los amigos por tener momentos en los que les daría un par de bofetones: ¿qué es eso de decir que lo peor no es lo que le toca a Sacha, que él morirá y se quedará tan a gusto mientras que ellos tendrán que sufrir? Sin comentarios.

Una de las cosas que más me han gustado de la historia han sido esas listas de Sacha que, aunque no entiendo muy bien qué pintan ahí, me han encantado. 

Lista de Sacha de los lugares en los que sería más agradable vivir que en la tierra En las nubes: cuando vas en avión y te adentras en ellas parecen nubes de algodón. Y si consigues no zampártelas, tienes unas vistas preciosas y (por encima de las nubes altas) sol constante. Bajo el mar: una vez solucionado el tema de la respiración, podría ser muy agradable aunque un poco húmedo. Venus: es un planeta gaseoso, de modo que básicamente se flota en el aire. Eso dejaría mucho tiempo para pensar y, debido a la ingravidez, la gente no se preocuparía mucho por su peso (estarían más concentrados en el hecho de que no pueden respirar). Qué tienen en común todos estos sitios: el silencio.

He estado toda la novela pasando del 2 al 3 y del 3 al 2... no sabía qué nota le iba a poner, porque no sé si realmente me ha gustado o no, así que se queda con un término medio: 2,5. No está mal, pero repito que no es una historia que me haya aportado algo. Supongo que en cuanto pasen unos días, la olvidaré. A todo ello hay que añadirle el hecho de que no tiene final, y eso sí que me ha fastidiado porque, aunque se sepa lo que va a ocurrir, se supone que es lo que llevas esperando todo el tiempo mientras lees... y mi sensación al terminar ha sido: ¿y tanto para esto? Entiendo que la autora no haya querido dar un final trágico y haya pensado: bueno, pues que cada cual imagine lo que quiera... pero total, un final trágico habría sido el broche de oro para esta historia tan trágica.

Ráting Melódico: 

♬ Gracias a la editorial Montena por el ejemplar ♬