Luz de libertad, Ismael Cruceta

Al fin, después de tantos meses apuntada en mi lista de pendientes, me hice con esta novela, que Ismael Cruceta, tan amable, me dedicó. Y es que me gusta comprar novelas de autores noveles, puesto que se merecen una oportunidad para hacerse un hueco en este mundillo y hay que apoyarlos.

Luz de libertad, Ismael Cruceta

Julio Silva es nuestro protagonista, un actor que tiene dos amores en su vida, dos amores tan fuertes e intensos que su día a día no tiene sentido sin ellos, aunque sepa que no son compatibles. Sus dos razones de vivir son: por un lado, el cine, su trabajo, y por otra, Irene Chantal, la mujer de su vida.

Conoció a Irene mientras estudiaba Arte Dramático y comenzaron a salir juntos. Con ella, vivió unos años de felicidad extrema, de amor sin límites. Además, poco a poco, fue haciéndose un hueco importante en el mundo del cine, pues antes de terminar la carrera ya fue fichado por Ramón Sánchez, el que se convertiría en su representante y, sobre todo, su amigo. El ritmo de la vida de Julio es suficiente motivo para que Irene lo deje y se vaya de Madrid, la ciudad de ambos, la adorada Madrid de Julio. El actor, aunque está profundamente dolido, sigue con su vida, con su trabajo y su fama sube como la espuma, llegando a convertirse en uno de los actores más importantes del panorama nacional e incluso internacional. Pero, como dice la sinopsis del libro, Julio comienza a sentir un vacío interior que se intensifica tanto que amenaza con dejarlo totalmente hueco. Tiene uno de sus amores, el trabajo, el éxito, la fama... pero le falta algo, le falta Irene.

La novela está dividida en tres partes y un epílogo. 

La primera parte se centra en el pasado de Julio, en su juventud y origen de todo. Julio, en primera persona, nos narra sus comienzos como estudiante de Arte Dramático, su relación con sus compañeros, el día que se enamoró de Irene, su debut como actor.

Mientras transcurrían las semanas y mis conocimientos iban aumentando, mi afición por Irene crecía tanto y de manera tan inevitable como que cada día anochece, y un manto de amor me cubrió por completo aquel invierno y mis ojos sólo sabían descubrirla, mi corazón amarla y mi alma sufría en anhelo porque no era capaz de acariciarla, ni tan siquiera de rozarla.

Su amor por Irene es muy profundo, muy apasionado, pero por culpa de su trabajo, la pierde. Comienza en el mundo del teatro, pero no tardará mucho en hacer su aparición en la gran pantalla.

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El mundo había comenzado a girar demasiado deprisa para mí, y como dijo algún poeta: "viviendo demasiado deprisa la vida no se aprecia". La vida pasaba tan precipitadamente y tan llena de luz que no era conocedor de mi suerte.

La segunda parte nos adentra en el Julio del presente, ya entrado en años. En esta parte del libro, el actor tomará una decisión muy importante, una decisión que quizás lo haga sentirse de nuevo feliz, completo. Junto con Ramón, el que ahora no solo es su representante, sino su mejor amigo y confidente, viajará a un país extranjero a rodar una película.

La tercera parte será el momento en el que Julio tendrá que decidir qué es lo que quiere hacer con su vida, y hasta aquí puedo leer.

Aunque la historia me ha gustado desde el principio, es la tercera parte la que más me ha emocionado. Lo sabía, ya había leído en varios blogs que el final era muy bueno, que era imposible que no se te saltaran las lágrimas, y conmigo no fue menos... aunque fui conteniendome conforme leía esta parte, el nudo de la garganta cada vez se hacía más grande, hasta que las lágrimas comenzaron a caer.

Es una novela diferente a lo que había leído antes, puesto que no solo es una historia de un personaje al que le ocurren cosas, sino que tiene un mensaje que me ha dado mucho qué pensar.

Hay una frase que se menciona un par de veces en la novela y que se me ha quedado grabada: Hay veces que hay que sacrificar el amor para triunfar en el trabajo. Creo que esta frase define la novela, y define a Julio Silva, que, tengo que confesar, no me ha caído muy bien. Quizás sea porque yo pienso de otra manera, porque me intento convencer de que amor y trabajo pueden compaginarse aunque haya que sacrificar un poquito de una de las dos cosas. Entiendo la forma de actuar del protagonista, pero no la comparto.

Por otro lado, un personaje que sí que me ha gustado mucho ha sido Ramón Sánchez, el represante de Julio.

En general, la novela me ha gustado mucho. Ha ido en constante avance, pues cada capítulo que leía me gustaba más que el anterior, hasta llegar al final, ese final sorprendente y emocionante, que me arrancó unas cuantas lágrimas y que me hizo reflexionar. Creo que las mejores novelas son las que te llegan al alma, las que te hacen experimentar algún tipo de sentimiento, y las que, de una manera u otra, ya sea de tristeza, rabia, felicidad o emoción, te hacen llorar, y Luz de libertad lo ha conseguido.

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