A ciegas, Josh Malerman

A ciegas, Josh Malerman

Traductor: Miguel Antón

Editorial: Minotauro

284 páginas

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Hay algo ahí fuera. Algo espantoso que hace que la gente enloquezca y se suicide ante su sola visión. Nadie sabe qué es ni de dónde viene.

Cinco años después de que diera comienzo la pesadilla, los supervivientes viven refugiados en el interior de casas y edificios, protegidos por puertas cerradas y ventanas con las cortinas echadas.

Malorie, que ha conseguido sobrevivir en una casa abandonada junto a sus dos hijos, decide renunciar a la seguridad de su refugio para emprender un viaje por el río hacia un lugar mejor. En esta peligrosa odisea a ciegas Malorie solo podrá confiar en su instinto y en el entrenado oído de los niños, que no tardarán en descubrir que algo los sigue, pero ¿qué es?

(Texto extraído de la solapa del libro)

Esta es la novela que me ha acompañado la mayor parte de las fiestas navideñas y tengo que decir que es una auténtica pasada. Es una tontería decir que es el mejor libro que llevo leído este año porque solo he leído dos por ahora, pero sí me atrevo a decir que es el mejor que he leído en los últimos meses, y no es de un género que suela consumir, pues se trata de una novela de terror que, además, da bastante miedo, o al menos a mí me lo ha dado. No es que dé miedo porque te asuste, es más bien un terror psicológico, de ese tipo de lectura que te tiene con el corazón acelerado, con la piel de gallina, que lees lentamente porque te da miedo saber qué va a ocurrir a continuación. Tiene escenas bastante desagradables y momentos de mucha tensión, pero cuando más miedo da es cuando te acuestas y apagas la luz, cuando te quedas a oscuras y piensas en Malorie, la protagonista, que también está a oscuras porque hay algo a lo que todo el mundo teme, y tienes que encender la luz, incorporarte y sacudir la cabeza, porque todo es ficción, es un libro, porque tú no tienes que vivir a oscuras y puedes cerrar los ojos sin temor a que lo desconocido te aceche. Tuve que dejar de leer por la noche porque me costaba quedarme dormida. Pero también es verdad que soy una miedica y que a mí todo me impresiona mucho.

Malorie, pensativa, de pie en la cocina. Tiene las manos húmedas. Está temblando. Nerviosa, tamborilea con el dedo gordo del pie en la baldosa rota. Es temprano; probablemente el sol apenas asoma por el horizonte. Contempla cómo la tímida luz suaviza la tonalidad oscura de las densas cortinas, y piensa, «Eso ha sido la bruma».

Uno de los grandes logros de este autor, que se estrena con esta novela, es que consigue enganchar al lector. A ciegas es adictiva, no te deja descansar, es una historia que rápidamente se te mete en la cabeza, que te hace pensar en ella continuamente, incluso cuando estás en la calle. Una vez que empiezas a leer y te encuentras, además, esos capítulos tan breves, es difícil dejarlo. En el libro se intercalan capítulos del presente y del pasado; nos cuenta la huida de Malorie, pero también el comienzo de todo, y no es hasta casi el final cuando llegas a tener todos los datos, pues Malerman tiene una maestría impresionante a la hora de contarte la historia, intercalar dos períodos diferentes, y dejarte intrigado de forma natural, sin que parezca forzado que falten esos detalles tan importantes como por qué Malorie está sola. En lugar de ir descubriendo poco a poco, es como si cada vez fueran surgiendo más interrogantes y todo estallara al final, en un caos frenético que te deja sin aliento mientras lees, para posteriormente culminar con un final que puede resultar un tanto inverosímil, que te deja con dudas (hay algo que me hubiera gustado mucho que se desvelara, pero, claro, entiendo que no tenga por qué haber respuesta para absolutamente todo), pero que, en general, te deja muy satisfecho.

Otro aspecto que me ha gustado mucho de la novela es cómo está escrita. No entiendo mucho del género de terror porque, como ya he dicho, no lo consumo, pero sí sé que, cuando se trata de una novela, la forma en la que está escrita influye mucho. Esta está en presente, tercera persona y el estilo del autor es impecable para este tipo de historia. Me he quedado muy sorprendida con la buena conjunción que forman la historia y la narración.

A ciegas me ha encantado, me ha sorprendido y me ha dejado sin aliento. Lo he vivido en primera persona, como si hubiera estado ahí mismo, junto a Malorie, y es que al carecer los personajes del sentido de la vista, realmente los demás se intensifican, y también en el lector, que lo experimenta todo con más intesidad. El hecho de que estén en un lugar y oigan algo, de que sientan algo a su lado, que lo rocen. Ha sido toda una experiencia.