Nadie como tú, J. A. Redmerski

Nadie como tú, J. A. Redmerski

Traductora: Mª José Díez

Editorial: Planeta

475 páginas

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Camrym tiene veinte años. Ahora que ha acabado sus estudios, está a punto de entrar en una nueva etapa de su vida. Le espera un trabajo, la ciudad y compartir piso con su mejor amiga Natalie. A veces duda de que esto sea realmente lo que quiere hacer, a ella le gustaría vivir una aventura, embarcarse en algo diferente, sobre todo tras la trágica muerte de Ian, su gran amor.

Pero todo cambia justo antes de su primer lunes de mujer adulta. La vida se le pone del revés. Natalie ya no es su amiga, ya no tiene donde vivir, tendrá que volver a ser dependiente de su madre... Todo esto no es lo que había imaginado, así que toma una drástica decisión: irse. A la mañana siguiente toma un bus y allí conocerá a un misterioso chico, Andrew, con el que poco a poco irá congeniando. ¿Será su media naranja?

(Texto extraído de la web de la editorial)

Me atrajo este libro nada más verlo, no lo voy a negar. No obstante, a veces, por mucho que pienses que puede gustarte una novela, tienes que elegir, y tienes que hacerlo en consonancia con lo que tienes pendiente en casa por leer. Yo tengo montones de libros pendientes, muchos, muchos, y, haciendo un intento de no pensar mucho en Nadie como tú, decidí dejarlo pasar. Lo que no esperaba es que Yardena hiciera campaña para que lo leyera, que se empeñara en que tenía que darle una oportunidad, me asegurara que me iba a encantar. Y yo, que no hace falta que me insistan mucho, decidí lanzarme. No puedo estar más satisfecha. 

Este libro tenía todos los ingredientes para gustarme, lo que no esperaba es que me enamorara tanto como lo ha hecho. Aunque a simple vista parezca una historia de amor sencillita de las que hay a puñados, desde ya aviso de que no es así. Nadie como tú es una historia compleja disfrazada de sencillez, con unos personajes dañados y confundidos, con un mensaje claro. Es una novela de dos personas que se embarcan en un road trip, en un viaje inesperado y sin destino, con una meta en la que el objetivo es descubrir al otro y descubrirse a sí mismos. Camrym  ha sufrido demasiado y no podemos más que desear que sea feliz. Es una chica más bien tímida, confundida, que sabe lo que quiere, pero no se atreve ni tan siquiera a decirlo en voz alta. Es más fuerte de lo que ella piensa y es valiente. Andrew es el yang que le falta al ying de Cam, es un chico decidido, cuya filosofía de vida es vivir el presente y decir y hacer siempre lo que siente, sin importarle lo que piensen los demás. Se propone enseñar a Cam a disfrutar, quitarle los miedos, desinhibirla, ayudarla a ser un  poco más feliz. Son dos personas que tienen muchos problemas, a las que la vida no ha tratado bien, dos personas que lo último que buscan es enamorarse. Los dos son encantadores, a ambos se les coge un cariño inmenso y solo deseas que se quieran y que todo les salga bien. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que hacía mucho tiempo que no me encontraba con un personaje masculino tan perfecto como Andrew, y desde ya aclaro que para nada es un hombre perfecto, lo que hace que lo sea aún más. Es de esos que arrancan suspiros. Pero el público masculino también quedará encantado con Cam, estoy segura.

-¿Qué es para ti vivir en el presente? -le pregunto. Veo que una de sus cejas se crispa un instante y su expresión cambia, sorprendido con la seriedad de mi pregunta, o con mi grado de interés. O quizá con ambas cosas. Endereza la espalda y levanta la cabeza a su vez. -Pues simplemente que pensar y hacer planes es una gilipollez -afirma-. Si piensas en el pasado, no avanzas. Si pasas demasiado tiempo haciendo planes para el futuro, no haces más que retroceder o quedarte estancado en el mismo sitio toda tu vida. -Clava su mirada en la mía-. Vive en el momento -dice con absoluta seriedad-, donde todo es como debe ser, tómate tu tiempo, pon freno a tus malos recuerdos y llegarás adondequiera que vayas a llegar mucho más de prisa y topándote con menos baches en el camino.

No sabría cómo explicar lo que me ha gustado la trama en sí. Es una novela de pequeños momentos que te hacen sonreír, de diálogos profundos. No podría desechar nada de esta historia, porque toda ella es perfecta. Es una vorágine de sensaciones la que experimentas al leerla, desde la pena inicial cuando conoces la historia de la protagonista, la emoción cuando esta conoce a Andrew, la felicidad cuando deciden continuar juntos su viaje, el dolor cuando te enteras de los secretos y la dicha más absoluta al cerrar el libro. He sufrido mucho con esta historia, a medida que llegaba el final he derramado más lágrimas de las que me da vergüenza admitir, he sentido un nudo en la garganta, un profundo dolor en el corazón; pero también he reído como nadie, he sonreído como una boba, se me ha iluminado el rostro y se me ha disparado el pulso, he hiperventilado de emoción, me he derretido de amor y he llorado de felicidad. ¿Que yo soy la que dice que lo más importante es que una novela te haga sentir? Pues aquí tenéis una multisentimientos.

También me gusta de esta novela que nos da un viaje por una buena parte de los EE.UU., me he sorprendido buscando en un mapa el recorrido exacto que efectúan nuestros protagonismas, y también he disfrutado de la música que escuchan, y es que no pude evitar buscar las canciones que acompañan a los personajes en su viaje, como las de Civil Wars, de Kansas, de Bad Company e, incluso, buscar las letras de estas, tan importantes para ellos. Me ha gustado el descaro de Andrew, me ha gustado el recato de Cam (al principio), me ha gustado que la autora no se autocensure, que ponga en labios de sus personajes palabras feas, ordinarias, que estos hablen mal, que digan lo que piensen y que tengan un punto picante a la hora de intimar. Hay tantas y tantas escenas con las que me quedaría de esta novela; en serio, tantas, y ahora recordándolas se me pone la piel de gallina y me emociono, porque todas ellas son maravillosas, las buenas, las malas, las discusiones, los besos, las miradas, las palabras con doble significado, todo.

-¿Sabes?, hay una expresión que nunca me ha gustado nada: «otros están peor que tú». Supongo que si quieres mirarlo de esa manera, como si fuera una competición, claro, mejor estar bien que ciego, pero esto no es una puta competición, ¿estamos? ¿Me pregunta porque quiere saber cómo me siento o es esa su forma de decirme cómo son las cosas con la esperanza de que lo pille? Me limito a asentir. -El dolor es dolor, nena. Cada vez que me llama «nena» me fijo más en eso que en cualquier otra cosa de lo que dice. -Que el problema de una persona sea menos traumático que el de otra no significa que tenga que dolerle menos.

No puedo dejar de comentar ese mensaje que deja translucir la novela, un mensaje maravilloso que todos deberíamos tener en cuenta: vivamos el presente, sin importarnos el pasado, sin preocuparnos del futuro, hagamos y digamos lo que pensamos, lo que sintamos, lo que queramos, ¿qué más da lo que piensen los demás? Y seamos felices, busquemos nuestra felicidad, aunque no nos entiendan, aunque sea difícil o raro. ¿Qué hay más importante que la felicidad? No quiero, por otra parte, decir mucho del final, porque a mí me tuvo en ascuas y el pumpum del corazón se oía hasta en el piso de enfrente, pero sí diré que he llorado, que he reído, que he vuelto a llorar y que he sonreído mucho. Ese final me ha destrozado el corazón y me ha hecho feliz al mismo tiempo. ¿Qué más puedo decir? Que este libro me ha emocionado mucho, que me ha tocado el corazón y me ha presentado a unos personajes maravillosos. Hay segunda parte y admito que me da miedo, y más después de haber leído la sinopsis. Este libro es tan maravilloso y tiene un final tan perfecto (y cerrado) que no sé si quiero que una segunda parte me enturbie la historia de Cam y Andrew. Pero, por otra parte, ¿y si es igual de maravilloso que este?

Nadie como tú es un libro maravilloso cuya única pega es la cantidad de errores que tiene. Me ha hecho reír y llorar, y experimentar un sinfín de sensaciones más. Ella es perfecta, él es perfecto y su historia es maravillosa, de las que se te meten dentro de la piel, de las que no te dejan respirar, de las que te arrancan suspiros y lágrimas, de las que te acompañan por siempre.