Fotoreseña: Yo fui a EGB, Javier Ikaz y Jorge Díaz

Yo fui a EGB, Javier Ikaz y Jorge Díaz

Editorial: Plaza&Janés

255 páginas
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Si te aprendiste los ríos y las cordilleras mientras mordisqueabas una goma Milán, si comiste empanadillas en Móstoles, si estabas entre dos tierras y no encontrabas el sitio de tu recreo, si para ti el tiempo era oro y jugabas al Precio justo, seguro que fuiste a EGB. Si llevabas hombreras o te echabas laca Nelly, si lo primero que leíste fue El libro gordo de Petete, si tu primera lágrima fue porque Marco no encontraba a su madre, si el primer polo que te comiste fue un Frigodedo, no hay duda de que tú también fuiste a EGB. Los pitufos, Naranjito, Parchís, ET, las chapas, el Seiscientos, Orzowei, los minerales, los gusanos de seda, los Rotring, la Teleindiscreta, la abeja Maya, los lagartos de V, la Botilde, The Final Countdown...

Todos los que fuimos a EGB sabemos que hay mil historias que contar, y estamos deseando retroceder en el tiempo para recordarlas todas en un libro totalmente ilustrado y escrito por los autores del exitoso blog Yo fui a EGB. 

(Texto extraido de la contracubierta del libro)

Aunque este libro no cuenta la época de mi generación, sí que hay en él muchas cosas que también yo viví cuando estaba en el cole, por lo que leerlo y mirarlo ha sido todo un gusto que volveré a repetir cuando quiera echarme unas risas con recuerdos del pasado. En lugar de una reseña al uso, voy a hacer una fotoreseña, porque es un libro lleno de ilustraciones que contribuyen a que el mensaje haga todavía más gracia. 

El libro me llegó en una carpeta azul llena de pegatinas al más puro estilo ochentero. En cuanto mi hermana la vio me dijo: ¡Pero si así es como yo tenía mis carpetas!

La edición es impecable, el libro está completamente ilustrado e imagen y texto conjugan a la perfección. Nada más abrirlo, nos encontramos con una de las típicas fotografías de grupo que nos hacían en el cole y con las fichas de los autores, muy curiosas. 

 

¿Y el contenido? Empezamos a hablar de helados y polos (míticos frigopié, drácula, popeye...), de las pagas que nuestros padres nos daban para comprar chucherías, de las chucherías en sí: ¿quién no se acuerda del pitagol? Ese cáramelo con forma de silbato que, además, ¡sonaba! ¿Y el pintalabios? Yo recuerdo los veranos yendo a la playa y diciéndole a mi madre que me comprara un pintalabios, ¡qué invento! no solo mis labios acababan de color rojo pasión (o verde, o azul), también mis dedos; pero después al agua y listo. ¿Y el bocadillo de chocolate? ¿Siguen los padres dándole eso a sus hijos? 

¿Y a qué jugaban los niños de antes? ¿Qué hacían para entretenerse cuando no había móviles, ni Play station, ni Wii, ni nada? ¡Salían a la calle! Qué pena me dan las generaciones de ahora que se pasan el día encerradas en casa jugando a las maquinitas, que no saben lo que es el escondite, el pilla pilla, el conejo de la suerte; que nunca han jugado (ni jugarán) al yo-yo, a la peonza, a los tazos y que no han intercambiado hojicas ni cromos. Los niños hoy día no pueden vivir sin máquinas electrónicas mientras que antes jugaban con Blandiblub, con esas maquinitas de agua en las que tenías que colar aros en un pincho (¡qué recuerdos!), con pistolas de agua. ¿Y esos biberones mágicos que siempre tenían leche? Curiosamente, hace poco, estaba en un centro comercial y me acordé de ellos, por lo que me ha hecho mucha gracia verlos reflejados en el libro.

En la tele veíamos los Pitufos, La vuelta al mundo en ochenta días, Heidi, Marco, David el gnomo, Mazinger Z (aunque esta última yo nunca la he visto). Nos encantaba Grease, Dirty Dancing, Loca academia de policía, y las películas (en VHS, claro) las sacábamos del videoclub. 

¿Y los materiales del cole? Esa caja de rotuladores Carioca, los bolígrafos de cuatro colores (que siguen existiendo a día de hoy), el compás, la goma Milán, el transportador de ángulos, el rotring, la segueta para clase de tecnología. ¿Siguen los niños emocionándose con el material escolar antes de empezar el cole? ¿Siguen los maestros diciendo eso de "guardadlo todo, tenemos control sorpresa"? 

¿Y los casettes? Todavía hay en el coche de mi hermano cintas de Alejandro Sanz del año catapún. Qué desastre cuando se salía toda la cinta, pero suerte que con un boli podíamos arreglarlo. 

Son muchos los recuerdos que contiene este libro, aunque yo me he centrado en los que también yo viví. También hay un capítulo dedicado a la moda, a los coches, a los tebeos y revistas.Y también tests y juegos para ver cómo de ochentero eres o cuánto sabes de Mazinger Z. Es un libro muy completo y entretenido, que puedes ir cogiendo poco a poco para reírte de los recuerdos y leerlo en el orden que quieras. No tiene desperdicio para aquellos que comparten sus recuerdos.

♬ Con la colaboración de Plaza&Janés ♬