En la isla, Tracey Garvis Graves

En la isla, Tracey Garvis Graves

Traductora: Rita da Costa

Editorial: Salamandra

318 páginas

A sus treinta años, Anna Emerson siente que su vida se ha estancado. Harta de los largos inviernos en Chicago y de una relación de pareja que no parece tener futuro, Anna acepta sin pestañear la oferta de una acaudelada familia de pasar el verano en las Maldivas como tutora de su hijo T. J. Este, por el contrario, no está precisamente entusiasmado con el plan. Aún no ha cumplido los diecisiete, acaba de superar un cáncer con pronóstico incierto y lo único que desea es recuperar su vida y volver a ser el de antes.

Tras un largo viaje plagado de contratiempos, el destino coloca a Anna y T. J. en una avioneta rumbo al paraíso, pero, mientras vuelan sobre las aguas azul turquesa del océano Índico, el aparato se estrella en un mar infestado de tiburones. Anna y T. J. sobreviven milagrosamente y son arrastrados por la corriente hasta una isla deshabitada. Los días se convierten en semanas, las semanas en meses, y sus esperanzas de rescate se van disipando. Así, con apenas alimentos y a merced de un clima despiadado, Anna y T. J. aprenden a subsistir en un entorno tan bello como peligroso, pero el mayor desafío para Anna será el de convivir con un chico que rápidamente se está transformando en un hombre.

(Texto extraido de la contracubierta del libro)

He leído este libro por recomendación de Arsénico, porque, qué le voy a hacer, no puedo dejar pasar las historias que esta chica me recomienda, porque sabe lo que me gusta y porque tenemos gustos muy parecidos y ambas disfrutamos y lloramos y reímos y sentimos con las mismas novelas. Sin duda, ha sido una gran recomendación que trataré de convenceros para que leáis, porque la historia no tiene desperdicio alguno, es absolutamente increíble.

Empezaré diciendo que el libro tiene dos partes bien diferenciadas de las que no puedo hablar mucho porque no quiero spoilear a nadie. Sí diré que el principio lo conocemos por la sinopsis: Anna y T. J. acaban en una isla desierta de las Maldivas porque el hidroavión en el que viajaban se estrella en el agua debido a que el piloto sufre un infarto. Los chicos se ven en un lugar desconocido, deshabitado, en el que tendrán que actuar para sobrevivir. Al principio están convencidos de que los rescatarán, pero conforme pasan los días, se van a haciendo a la idea de que no les queda otra que adaptarse e intentar sobrevivir, porque seguramente los hayan dado por muertos. Anna y T. J. se tienen que enfrentar a lo desconocido, tienen que luchar por subsistir y valerse por sí mismos. Todo está narrado fabulosamente y en la historia podemos ver cómo los personajes lidian con un montón de problemas que en nuestra casa no suponen una gran dificultad, pero que en una isla en la que no hay nada son un gran inconveniente: buscar comida, conseguir agua, asearse, protegerse de los mosquitos, etc. Algo tan simple para una mujer hoy día como que te venga la regla es todo un problemón para Anna, y así se nos cuenta. Tampoco se corta la autora al narrar cosas tan naturales como ir al baño (o al bosque en este caso) o tirarse un pedo. A este respecto, la autora ha pulsado la tecla correcta y ha sabido dar en el clavo para narrar un día a día fiel a como podría ser en la realidad, un día a día duro y difícil, cruel, triste. Pero también feliz, porque Anna y T. J. congenian muy bien y porque poco a poco su relación va cambiando y convirtiéndose en algo más. La desesperación, la soledad, la necesidad, llamémosle X, pero es algo tan normal y que la autora ha sabido contar con mucha naturalidad, que no esperamos que ocurra otra cosa que lo que pasa: surge el amor. Pero muy poco a poco, muy lentamente, de un modo muy dulce. Es preciosa la relación que une a estos dos personajes y cómo crece la necesidad entre ambos, ¿qué pasará si uno de los dos muere? ¿Cómo es vivir en una isla temiendo profundamente que tu compañero caiga enfermo?

De la segunda parte de la historia no voy a hablar mucho, pero sí comentaré que no me ha gustado tanto como la primera, pero que, aun así, me ha encantado. Pasa lo que tenía que pasar, las reacciones son naturales y comprendo completamente todo lo que acontece. Yo, incluso, esperaba algo más de drama, porque suele venirme en estos casos una vena realista que me dice: "uy, uy, qué difícil veo que esto funcione", pero siempre triunfa mi vena romántica, eso sí que es así. El final, por otra parte, es absolutamente perfecto, no puedo ponerle ninguna pega, es un final digno para una gran historia como es En la isla.

Esta es una novela para todos, que yo recomendaría a gente de cualquier edad, de cualquier gusto literario. Engancha como ninguna otra novela que haya leído últimamente, me ha durado menos de 24 horas, y hacía mucho tiempo que un libro no me duraba tan poco. Los capítulos se narran bajo el punto de vista de los dos protagonistas y se van alternando.Y, ¿qué más puedo decir? Que os la recomiendo con todas sus consecuencias, que reiréis y lloraréis, que sonreiréis y, sobre todo, os emocionaréis. Es de esas novelas multisentimientos. 

En la isla ha sido para mí una novela perfecta, de esas historias cargadas de sentimientos que tanto me gustan. He reído mucho, pero he llorado aún más. He pasado sus hojas sin descanso y lo he dejado todo de lado para leerla. La he disfrutado, muchísimo.