Memorias de un amigo imaginario, Matthew Dicks

Memorias de un amigo imaginario, Matthew Dicks

Traductora: Victoria Alonso Blanco

Editorial: Nube de tinta

428 páginas

Budo es el amigo imaginario de Max, un niño de ocho años que no es como el resto de los chicos de su edad. Max es especial: él vive para adentro y no para afuera, no le gusta que lo toquen, es feliz cuando está solo y prefiere no tener que hablar con nadie. Su madre sabe que Max es diferente, su padre se empeña en que es de desarrollo lento y no necesita ningún tipo de ayuda. El único que realmente conoce a Max es Budo, que lleva seis años existiendo en la imaginación del niño. Budo es el amigo imaginario con más edad que hay, el más inteligente, el que más se parece a una persona de verdad. Él puede hablar con Max, le aconseja e intenta ayudarlo cuando se bloquea. Pero Budo no es real, no al menos a los ojos de los adultos; además, ningún amigo imaginario vive eternamente.

Escribir reseñas de libros que me han enamorado me cuesta una barbaridad. Pierdo la objetividad y me dejo llevar por mis emociones. Memorias de un amigo imaginario es uno de esos libros, uno de los que decido dejar a la vista por si en algún otro momento me apetece volver a probarlo, de los que recomendaría una y otra vez tal y como hice con Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea. Como Max, Memorias de un amigo imaginario es una novela especial. 

Como son pocas las pegas que le voy a poner al libro (tan solo dos que podrían resumirse en una), voy a hablar primero de ellas para pasar después a comentar todo lo que me ha gustado de él. El libro es algo largo  y más o menos a la mitad hay un momento en el que se hace pesado, esto podría haberse arreglado habiendo quitado algunas páginas en toda la parte de la trama detectivesca de Budo (por llamarla de algún modo). A parte de esto, todo lo demás es una pura maravilla. Si elegí este título antes que el otro que Nube de tinta ha publicado fue por la originalidad de la historia, de la que no voy a contar más de lo que he contado en el resumen, pues lo bonito del libro es ir descubriéndolo poco a poco, y me alegro de que la sinopsis de la editorial sea tan escueta y a la vez atractiva, porque el libro tiene acción, hay un un giro inesperado y me sorprende que no se mencione en ningún lado. Gran acierto.
La principal peculiaridad de la novela es que está narrada por Budo, el amigo imaginario, un ser que solo existe a los ojos de Max y del resto de amigos imaginarios. Budo nos cuenta cómo es él mismo, cómo es Max, cómo es la señorita Gosk, cómo son los padres de Max. Gracias a estas explicaciones, llegamos a conocer a todos los personajes a la perfección, todos ellos están muy bien definidos y es fácil imaginarlos. Budo, que tan solo lleva seis años en el mundo, es inteligente, aunque también hay muchas cosas que desconoce, y el lenguaje que utiliza es muy acorde a su perfil, el autor ha sabido jugar muy bien con la edad y personalidad del narrador y esto dota a la historia de credibilidad.

Leyendo la historia, se me ha planteado un interrogante relacionado con el autor: ¿cuánto de la historia será real? En los agradecimientos, Dicks explica que se basó en un amigo imaginario que tuvo él de pequeño, pero lo más impresionante es la realidad que se esconde detrás del personaje de Max, lo bien definido que está. Me pregunto si el autor ha vivido una experiencia similar para saber dotar de tanta credibilidad a este personaje. También el personaje de Budo es complejo y me ha sorprendido lo similar que es a una persona de verdad, y no solo físicamente. Budo también tiene sentimientos, también piensa en él, también es egoísta y se preocupa por sí mismo antes de mirar por la seguridad de Max. Pero también sabe rectificar. Sus planteamientos, sus dudas y problemas me han fascinado. 

En el fondo de los fondos, confiaba en que Max le cogiera cariño a este sitio y así nos pudiéramos quedar aquí durante toda la vida. Sé que no está nada bien no ayudar a Max, pero tampoco está bien dejar de existir. Los leones se comen a las jirafas para sobrevivir aunque ellas no les hayan hecho nada, y nadie piensa que los leones sean malos por eso. Porque existir es muy importante. Lo más importante del mundo.

También tiene una parte filosófica esta novela, pues el tema de la muerte baila por sus páginas constantemente y, quieras o no, hace reflexionar. 

En cuanto al final, solo puedo decir que es perfecto. Agridulce, triste pero con su fondo feliz. No sorprende, al menos a mí no, porque no imaginaba otro final que no fuera ese, pero emociona, y a mí me hizo saltar algunas lagrimas y me dejó con un nudo en la garganta. Un final maravilloso para un libro maravilloso.

♬ ¡Atención! A partir de aquí hay SPOILERS de la novela ♬

Son pocas las reseñas en las que incluyo spoilers, pero en esta tenía que hacerlo porque me he quedado a cuadros con el final. Esta parte va dirigida a la gente que ha leído el libro, para que me ayude a entender ese epílogo que me ha dejado descolocada. ¿Se supone que ahora Budo es el amigo imaginario de Dee porque ella pudo verlo? ¿Budo y Dee han muerto y se han reencontrado al otro lado? ¿Qué habéis entendido vosotros?

Fin de los spoilers

Me quedo sin palabras para describir esta maravillosa novela. Especial. Maravillosa. Preciosa. Ingeniosa. No es solamente la historia del amigo imaginario de un niño de ocho años, es mucho más. La recomendaría a gente que se dedica a la enseñanza, la recomendaría a personas que trabajan con niños especiales, pero es que en realidad la recomendaría a cualquier persona, sea de la edad que sea, sean cuales sean sus gustos literarios.

♬ Con la colaboración de la editorial Nube de tinta ♬

- [...] Max no se parece a ninguna otra persona del mundo. Los niños se burlan de él porque es diferente. Su madre quiere convertirlo en un niño distinto y su padre lo trata como si no fuera como es. Incluso los maestros lo tratan de un modo especial, y no siempre muy bien. Incluida la señorita Gosk. Es la maestra perfecta pero lo trata de un modo especial. Nadie trata a Max como si fuera un niño normal, pero todo el mundo quiere que sea normal, nadie quiere que sea como es. Y, pese a todo, Max se levanta de la cama cada mañana para ir al colegio y al parque, e incluso a la parada del autocar. -¿Y eso es ser valiente? [...]  -¡Supervaliente! [...] Para salir de casa cada día y ser tú mismo cuando a nadie le gusta como eres hay que ser supervaliente. Yo nunca podría ser tan valiente como Max.