Cincuenta sombras de Grey, E. L. James

Cincuenta sombras de Grey, E. L. James

Editorial: Grijalbo

541 páginas

Anastasia Steele es una estudiante de literatura que está a punto de graduarse. Vive con Kate, su mejor amiga, que trabaja en la revista de la facultad. El día que su compañera de piso tiene que hacer la entrevista más importante de su vida se pone enferma, y es Ana quien le hace el favor de trasladarse a Seattle a entrevistar al riquísimo empresario Christian Grey. Ana es una patosa de cuidado, es tímida y no tiene mucha confianza en sí misma, por lo que este encuentro le produce un nerviosismo inigualable; además, la apariencia del señor Grey no ayuda: es irresistiblemente guapo, irresistiblemente sexy, irresistiblemente enigmático e irresistiblemente tentador. Ana respira tranquila cuando regresa a casa, sin ganas de encontrarse de nuevo con Christian. No obstante, el empresario se ha fijado en ella y, casualmente, se encuentra con ella en su lugar de trabajo. Ana y Christian se siguen encontrando, la chica empieza a sentir cosas por él, el multimillonario se siente atraído por ella y, finalmente, le cuenta su forma de vida y la invita a entrar en su juego, un juego que implica toda una tórrida aventura sexual, para nada del gusto de la inexperimentada Ana.

Aunque me ha fascinado, he de confesar que este libro ha producido sentimientos contradictorios en mí. No es el hecho de que no sea una historia  basada en el sexo explícito solamente, sino que sea el sadomasoquismo el tema central, es el tema del castigo lo que me ha «molestado». Podría escribir todo un ensayo en esta reseña acerca de lo que pienso al respecto, pero no tiene lugar, por lo que me limitaré simplemente a comentar que lo que único del libro que ha hecho que me «hierva la sangre» ha sido que el juego de Christian incluya el que tenga que pegar a Ana. Dicho esto, añadiré que el resto del libro me ha fascinado. Dicen por ahí que Cincuenta sombras está basada en la tetralogía de Stephenie Meyer, Crepúsculo; también dicen que se parece. Yo creo que hay que saber este dato para darse cuenta de que sí hay cosas en común entre las dos historias. Sí, Ana es tan patosa como Bella y no deja de morderse el labio, sus madres son muy parecidas, Christian es autoritario y sobreprotector, como Edward... pero a parte de esto, ¿qué tienen en común una historia de un chupasangre que se enamora de una humana y la de un hombre obsesionado con el masoquismo que parece que por fin siente algo por una chica? Personalmente, si no hubiera conocido este dato habría pensado que son simples coincidencias, como cuando leo otras historias que me recuerdan a lecturas anteriores. 

Me miro en el enorme espejo. ¿Parezco diferente? Me siento diferente. Para ser sincera, estoy un poco dolorida, y los músculos... es como si no hubiera hecho ejercicio en la vida. En la vida has hecho ejercicio, me dice mi subconsciente, que se ha despertado y me mira funciendo los labios y dando golpecitos en el suelo con el pie. Acabas de acostarte con él. Has entregado tu virginidad a un hombre que no te ama, que tiene planes muy raros para ti, que quiere convertirte en una especie de esclava sexual.

Cuando me acerqué a Cincuenta sombras de Grey, lo hice con un poco de temor, ya que el tema del sadomasoquismo no es que me atraiga mucho, pero lo cierto es que la historia es mucho más que eso, es una historia de amor en toda regla, y detrás de todas esas máscaras, detrás de esas cincuenta sombras, estoy segura de que Christian esconde un amor muy profundo por Ana, aunque no quiera admitirlo. Este personaje me ha tenido durante toda la lectura sumamente intrigada, y es que Grey no quiere que lo conozcamos, quiere refugiarse tras sus sombras, aparentar control y dominio, pero estoy segura de que poco a poco nos irá desvelando esa cruel historia que esconde. Ana, por el contrario, es un libro abierto, aunque el hecho de que la novela esté narrada en primera persona por ella ayuda a conocerla bien. No solo es una chica tímida e introvertida, que se sonroja por todo y que no puede dejar de morderse el labio, Ana también esconde algo: una personalidad fuerte, una lengua viperina, mucho sarcasmo, valentía y para nada sumisión. Esta chica hará que nos riamos (menudas su diosa interior y su subconsciente, a modo de diablillo y angelito), que suspiremos, que nos enamoremos, pero también que nos entristezcamos, que lloremos... y es que es fácil compartir su miedo, su frustración, su dolor.

Cincuenta sombras de Grey no es solo sexo ni posesión, es amor, secretos y frustración. Esta historia, aunque sí algo repetititva, esconde más que muestra, y estoy deseando descubrir cuáles son esas cincuenta sombras de Christian.

♬ Con la colaboración de la editorial Grijalbo ♬