Daimon, Jennifer L. Armentrout

Desde que Mestiza me enamoró, deseé leer esta novela. A pesar de que no suelo leer en el ordenador, me descargué Daimon, ya que la editorial lo ofrecía de forma gratuita. Por suerte, no me hizo falta tener que dejarme los ojos delante de la pantalla del pc, ya que Ediciones Kiwi sacó la precuela en versión papel y yo corrí a hacerme con ella.

Os dejo la sinopsis que viene en el libro.

Daimon, Jennifer L. Armentrout

Durante tres años, Alexandria ha vivido entre mortales, intentado ser como ellos y tratando de olvidar la misión que debía cumplir por ser una hija de un mortal y un semidios. Con diecisete años ha aceptado ya que es algo fuera de lo común para los estándares mortales... y que nunca estará preparada para su misión. Según su madre, es algo bueno.

Pero como cada descendiente de los dioses sabe, el Destino es algo de lo que te puedas librar. Un ataque horrible fuerza a Álex a volar a Miami para intentar encontrar la forma de volver al lugar que su madre avisó de que nunca debía volver: el Covenant. Cada paso que la acerca a la seguridad es un paso más hacia la muerte... porque la persiguen aquellas criaturas para las que fue entrenada para matar.

Los daimons la han encontrado.

Creo recordar que fui incapaz de decir aspectos negativos de Mestiza, la primera parte de esta saga, de cuya precuela voy a escribir hoy. Mestiza me enamoró: la historia, los personajes, la protagonista. Daimon me ha gustado, pero en esta ocasión sí que tengo algunas pegas que ponerle, y voy a empezar mi reseña con ellas para continuar con los elogios.

Hay varias cosas que no me han gustado de Daimon. En primer lugar voy a destacar la parte física de la historia, es decir, el libro. En mi opinión, la edición deja mucho que desear, y en este aspecto voy a destacar la labor del traductor, pero negativamente. No recuerdo tener pega con Mestiza a este respecto, pero realmente Daimon tiene cosas que me han chirriado: hay algunas frases sin mucho sentido, uso excesivo del gerundio y errores de puntuación. Por favor, el uso de la raya en inglés no es el mismo que en español. Imagino que al ser una precuela de unas setenta páginas cuya edición no estaba prevista en un principio, han descuidado un poco estos aspectos más relacionados con la edición, pero creo que esta saga tiene mucho gancho y es muy buena, así que me parece una pena que haya tantas faltas.

En cuanto a la historia, me ha gustado, aunque creo que he errado: tenía que haber leído Daimon antes que Mestiza. No tengo claro si me habría gustado más este librito si lo hubiera leído en primer lugar o si leyendo este quizá hubiera descartado leer el otro. El caso es que, aunque me ha gustado, mi opinión no es tan positiva como con Mestiza.

Dicho esto, voy a pasar a la parte positiva de esta reseña. Todas las dudas con respecto a qué es un daimon, un mestizo o un purasangre se han evaporado leyendo Daimon. Es una precuela introductoria y que, efectivamente, hace falta para comprender bien la historia. Narra los acontecimientos previos a los que se suceden en Mestiza. La protagonista es Álex y, en este caso, ella lleva todo el peso en esta breve historia. Podemos conocer a su madre, que ya ha muerto al comienzo de Mestiza y solo supimos de ella lo que Álex nos contaba, pero solo conoceremos el Covenant de oídas, pues no explica en ningún momento qué es, por lo que deja un hilo abierto que puede intrigar al lector. También conoceremos a los daimons y cómo actúan. Álex me parece un personaje brillante, aunque es verdad que esta precuela no da para conocerla mucho.

Siendo una mestiza, la violencia formaba parte de mí, arraigada en mi sangre desde mi nacimiento y entrenada en cada músculo de mi cuerpo. Es no signifca que fuese a ponerme a pegar a alguien sin una buena razón, pero desde luego me defendería. Siempre.

Creo que Daimon es un libro imprescindible para quien quiera leer esta saga, pero recomiendo leerlo antes que Mestiza. Es muy corto y no está nada mal y os aseguro que os dejará con ganas de continuar leyendo la saga puesto que el final te deja en ascuas, sin saber qué ocurrirá después. 

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