Siempre el mismo día, David Nicholls

La reseña de hoy es de un libro que se me ha resistido un poco. Lo tengo desde hace bastante tiempo, lo compré en inglés en mi viaje a Edimburgo y gracias a que vi la lectura conjunta de Marina me animé a leerlo ya.

Siempre el mismo día, David Nicholls

15 de julio de 1988: Emma y Dexter celebran en Edimburgo su graduación y pasan la noche juntos, aunque tan solo hablan y hablan. Ella se da cuenta de que ese chico le gusta de verdad; él la ve como una más. Sin embargo, esta noche será el comienzo de una amistad fuerte y duradera. 

Ahora son Dex y Em, Em y Dex, una pareja de amigos invencible que vivirá todo tipo de experiencias a lo largo de sus vidas. No siempre estarán juntos, ni siempre separados, pero siempre hallarán el modo de estar en contacto y de poder verse. 

Ella es una chica inteligente, soñadora. Él es un chico irresponsable, con ganas de divertirse. Ella lleva años enamorada de él. Él tiene una novia nueva cada dos por tres. Sin embargo, aun a pesar de ser tan diferentes el uno del otro, su amistad es valiosísima, y ambos se compenetran, se quieren, y estarán ahí, en unas ocasiones en persona, en otras al otro lado del teléfono o a una carta de distancia.

- Supongo que lo importante es aportar algo -dijo ella-. Cambiar las cosas, vaya. - ¿En qué sentido, el de "cambiar el mundo"? - No, todo el mundo no, solo la pequeña parte que te rodea. Estuvieron un momento sin decirse nada, con los cuerpos abrazados en la cama individual. Después les dio la risa, una risa ronca, de final de madrugada. - Me parece mentira haberlo dicho -gimió ella-. ¿A que suena un poco cursi? - Un poco.

Así comienza Siempre el mismo día, una historia de amistad, que no de amor. Esta es una historia sobre cómo maduran las personas, el paso del tiempo y las experiencias que vivimos a lo largo de nuestra existencia. Es una historia triste, pero también llena de alegrías, una historia con humor, pero también con grandes decepciones. Es una novela tan real como lo pueden ser nuestras vidas.

La historia está narrada de una forma peculiar: los capítulos se sitúan siempre en el mismo día, el 15 de julio. Sin embargo, además de narrar lo que sucede ese día, también se hace un resumen de lo que ha ocurrido durante todo el año. Me ha parecido una manera muy original de narrar la historia, aunque tengo que decir que, en ocasiones, se me ha hecho pesado, ya que los capítulos son larguísimos, y se cuentan demasiadas cosas, todo por lo que han pasado los protagonistas durante ese año, por lo que hay demasiado rollo y, en ocasiones, sin mucho interés, al menos así me ha parecido. Nuestros protagonistas no siempre viven en la misma ciudad, de hecho, en la mayoría del libro están separados, pero siempre mantienen el cotacto, ya sea por cartas o teléfono. Se nos cuenta en estos capítulos tanto la historia que está viviendo él, como la de ella. 

El ritmo se me ha hecho bastante lento y, como ya he dicho, pesado en ocasiones. Me ha costado leer el libro bastantes semanas, y no solo por el hecho de que lo haya leído en inglés, sino porque hay capítulos que se hacen realmente largos. Empecé la lectura muy bien, lo cierto es que los primeros años me engancharon, pero al cabo de unas doscientas-doscientas cincuenta páginas me atasqué y no había forma de seguir, y ya hasta casi el final. Los últimos años son los que más me han enganchado, las últimas setenta páginas o así las leí de un tirón. 

No se trata de cambiar el mundo exactamente, sino de cambiar la pequeña parte que te rodea. Salir ahí fuera con pasión y con la máquina de escribir y trabajar duro en... algo. Cambiar vidas mediante el arte, quizás. Querer a tus amigos, mantenerte fiel a tus principios, vivir pasionalmente. Experimentar cosas nuevas. Amar y ser amado, si tienes esa suerte.

Los personajes de la novela son maravillosos y reales. Son tan diferentes entre sí, que es muy difícil empatizar con los dos, pero, no obstante, es cierto que se les toma cariño a ambos por lo reales e imperfectos que son. No he podido evitar adorar a Emma, ha sido con ella con quien yo he empatizado. Es una chica dulce e inteligente, bastante tímida y con ganas de ser feliz. Está enamorada de Dexter, pero sabe que entre ellos tan solo puede haber una bonita amistad. Dexter es un chico egoísta, mujeriego, con un corazón de hielo, pero el mejor amigo que pueda tener Emma. En ocasiones lo odiaréis, pero os aseguro que acabaréis queriéndolo. A mí me ha sacado de los nervios durante casi toda la novela, pero no he podido evitar que este personaje me emocione.

No puedo terminar esta reseña sin hablar del final. Ya me esperaba un final más allá de los límites de mi comprensión. He leído algunas reseñas que mencionan un final inesperado, chocante. Pues sí, así es el final. Quizás no sea el que os esperéis, o no sea de vuestro agrado; seguramente no sea de vuestro agrado, pero puede que lo entendáis mejor que yo. Lo cierto es que el último capítulo me gustó, pero los últimos dos o tres años me tuvieron leyendo con el corazón en un puño y las lágrimas al borde de los ojos, lo que no os diré es por qué.

Siempre el mismo día es una novela diferente en cuanto a su forma, y original por su contenido. Es una novela de amistad, de superación personal, de maduración. Una historia bonita, pero también triste, con momentos de todo tipo, ya que narra las experiencias de sus protagonistas a lo largo de los años, experiencias que cualquiera de nosotros ha vivido o vivirá. 

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